Pero después de ser madre, en 2016, comencé a experimentar ansiedad, alergias, colon irritable, anemia, asma y la pérdida de varias piezas dentales. Ningún tratamiento parecía darme respuestas, así que decidí buscar más allá de lo físico.

Fue entonces cuando descubrí la biodescodificación y entendí que cada síntoma tenía un origen emocional, un mensaje pendiente de escuchar. Ese descubrimiento cambió mi vida y también mi rumbo profesional. Logré liberar mis emociones, sanar completamente; y comprendí que ya no quería construir solo desde el cemento, sino desde el alma. Que mi propósito no estaba en edificar estructuras externas, sino en acompañar a otros a reconstruirse por dentro. Sigo siendo una “ingeniera”, pero ahora de almas, de emociones, de conciencia. Hoy uso esas mismas cualidades —estructura, sostén, diseño—, pero en otro plano: el emocional y energético.